Sanitarios Ecológicos: Un recorrido histórico hacia la sostenibilidad
Cuando pensamos en la historia de nuestros antepasados tendemos a hacernos muchas preguntas, qué y cómo comían y bebían, qué costumbres sociales tenían, cómo viajaban, en qué trabajaban… Pero rara vez nos preguntamos, cómo hacían sus necesidades y manejaban sus desechos.
Al parecer es una pregunta simple, pues para la mayoría de nosotros esto es una cosa del pasado, un tema tan resuelto que nos cuesta pensar en otra opción que no sea el inodoro convencional, sin embargo, como todo, ha sido un desarrollo que se ha dado según las necesidades de su época.
En la antigüedad el asunto era simple, había mucho espacio al aire libre. El impacto que se generaba era tan bajo que se podría decir que era cero. El pudor aún no importaba, los humanos eran nómadas, cazaban y recolectaban, no existía aún la civilización como la conocemos. Con el paso del tiempo y el desarrollo de actividades sedentarias, principalmente la agricultura, se formaron las primeras poblaciones. Pequeños asentamientos de agricultores como el de Çatalhöyük, en la meseta anatólica de Konya (actual Turquía), de hace 9,000 años y que llegó a tener cerca de 4,000 habitantes, tiene el registro más antiguo de manejo de heces fecales. Mientras los nómadas hacían sus necesidades en cualquier lugar, aquí ya había un sitio específico para los desechos. No se sabe si primero hacían en sus casas y luego lo llevaban al lugar o se utilizaba como un retrete público, pero lo que entendemos por letrinas no aparecerían hasta 3,000 años más adelante en las grandes ciudades mesopotámicas.
Fue hasta el gran imperio Romano que se llegó muy cerca a la idea actual del inodoro con su sistema de letrinas públicas con agua corriente, que se llevaba de inmediato las deposiciones hacia una serie de cloacas subterráneas, de manera que los malos olores se mantenían en unos mínimos aceptables. El alto mantenimiento que necesitaban estas instalaciones, que muchas veces eran parte de los edificios, llevó a que después del colapso del imperio se olvidaran y durante siglos el manejo de los desechos fue un desastre, orinales siendo vaciados a la calle al grito de “¡Aguas!” solo ayudaron a propagar enfermedades. Hasta que en 1596 el ahijado de la reina Isabel I, Sir John Harrington, ante tal situación concibió un retrete que conectado a un depósito de agua arrastraba los desechos al ser descargado.
Se desconocen las razones por las cuales no se continuó con la idea de Harrington la cual quedó para uso exclusivo de la reina. Pasaron dos siglos hasta que se retomara por Alexander Cummings, el cual inventó el inodoro moderno. En 1775 el relojero e inventor francés registró una patente por un retrete que funcionaba igual que el de Harrington pero con la mejora del sifón, una “barrera” de agua en forma de S. Así se evitaba que los malos olores regresaran a la casa y permitió que se pudiera instalar en el interior de todos los hogares. El inodoro había sido inventado. Los beneficios que proporcionó este sistema al desarrollo de la cultura y a la calidad de vida en las grandes ciudades no han tenido precedentes. La facilidad que nos brinda a la fecha es algo que tanto damos por hecho que nos ha costado seguir mejorando dicho invento o simplemente buscar otros métodos dadas las necesidades actuales.
Hoy en día la población mundial supera los 8,000 millones de habitantes lo que se puede traducir a la producción de más de 1,600 millones de toneladas de excretas al día. Más de la mitad son conducidas lejos de las viviendas por sistemas de drenaje que no siempre terminan limpiando las aguas que los llevan, en 2020 el 45% de las aguas residuales domésticas generadas en el mundo se vertieron sin aplicar un tratamiento seguro. El problema sanitario y el manejo de desechos en las ciudades no ha sido solucionado, solo ha sido trasladado y alejado de ellas. A pequeña escala el impacto no había sido tan fuerte, pero años de estar vertiendo estas aguas negras a ríos, lagos y mares es uno de los factores que ha propiciado una nueva crisis, ahora nivel mundial, la escasez de agua potable.
Actualmente se han buscado soluciones alternativas al inodoro, no solo para combatir la creciente contaminación que produce sino también para reducir el impacto económico que representa el tratamiento de aguas residuales. Tomando en cuenta mantener los beneficios que este otorga muchas propuestas han sido diseñadas a través de los años modernos, pero la solución se encuentra, curiosamente, en épocas pasadas. Los sanitarios ecológicos secos modernos fueron desarrollados con ese objetivo, al igual que proponen un manejo más equilibrado de las excretas, que, como los aztecas lo hacían separándolas de la orina y transportándolas en grandes canoas, pueden utilizarse como fertilizantes.
Estos sistemas de separación de líquidos y sólidos consiguen que las heces se composten, es decir, que sufran un proceso de degradación aeróbico en el que se mineraliza la materia orgánica humana, se pasteuriza y se destruyen todos los microorganismos patógenos que excretamos al defecar.
La agricultura siempre ha sido el motor de la civilización, su evolución ha sido la de la humanidad. Al igual que es el origen de mucha tecnología que luego se utiliza en la vida cotidiana, su influencia e importancia es irrefutable. Dadas las circunstancias que vivimos, el camino que decidamos tomar es crucial para el destino de las siguientes generaciones. Aunque el reto actual es fuerte, las ventajas económicas, competitivas y ecológicas que ofrecen los sanitarios ecológicos secos pueden prevenir las futuras crisis y guiar a la sociedad hacia un mañana más equilibrado con la naturaleza.
En SANIMEX queremos formar parte de esta historia y desde hace 35 años hemos estado proponiendo soluciones ecológicas para la economía y el ahorro del agua en el campo. Con nuestro producto estrella, el Módulo Sanitario Ecológico Seco, el cual pone la ecotecnología de separación de sólidos y líquidos al alcance del público en general, pretendemos dejar nuestra huella. Mi nombre es Roberto Haza Estrada y estoy a la orden.